lunes, 3 de febrero de 2014

LOS CONDE-PELAYO DE PORTUGALETE Y (III)

Leonor Conde-Pelayo en su última estancia en Portugalete






Leonor Tejada Conde-Pelayo

Nacida el 30 de septiembre de 1917, vive actualmente en la Ciudad de México.

Hacía 25 años que no había niños en la casa de don José, cuando nació su nieta. Era domingo, había baile en la plaza donde la banda estaba tocando "La Panderetera". Eso no lo recuerda Leonor, fue su madre quien nos lo contó.

Era una niña muy solitaria, siempre rodeada de personas mayores. Sólo tuvo por amiga a su prima Carmen Tejada Allende, un par de años más joven que ella, hija de Nicasio, hermano de Pepe. Pero el hecho de pertenecer a una familia librepensadora hacía el vacío alrededor de la niña, pues los padres temían que sus niños "se condenaran" si jugaban con una niña sin bautizar, de familia republicana por añadidura.

Tendría seis o siete años cuando ingresó en el Colegio de Maeztu, de Bilbao, cerca del mercado del Ensanche. Allí recibió sus primeras nociones de francés. Doña Juanita de Maeztu era inglesa, ergo protestante, y por lo tanto en su colegio imperaba la libertad de pensamiento. Leonor no estaba obligada a recibir las asignaturas de catecismo ni historia sagrada, pero tenía buena memoria y a pesar de no estudiarlas, se las sabía más o menos.

Al marchar a París con su madre, en 1927, se enteró de que el francés que ella sabía y nada eran una misma cosa.

Pero demostró una facilidad increíble para los idiomas. Eso lo ha atribuido al hecho de haber aprendido esperanto con su abuelo; en efecto, el esperanto es un idioma artificial basado en distintos idiomas, con raíces y declinaciones comunes al alemán, el latín, etc., y cuando se ha aprendido esperanto esos idiomas se facilitan muchísimo.

En 1929 ya tenía su Certificado de Estudios Primarios, lo cual resultó una verdadera proeza, y en 1933 el Brevet Elémentaire y el B. E. Primaire Supérieur, que incluía inglés. Sí, también aprendió el inglés con mucha facilidad.

El premio por haber obtenido el diploma fue unas vacaciones en Portugalete.

La niña de 10 años volvía como una pollita de 16, maestra de primera enseñanza, por añadidura.

Aprovechó el viaje para presentar el examen de ingreso a bachillerato y volvió a París. Los años 33-34 y 34-35 fueron años perdidos en cuanto a la enseñanza en Francia, de modo que volvió un par de veces a Portugalete donde pasó los exámenes de 1° y 2° de bachillerato en el Instituto, con muy buenas notas... y naturalmente, en francés matrícula de honor. ¿Quién lo duda?

Por fin cumplió 18 años y pudo ingresar en la Sorbona, la famosa universidad de París, donde pasó un año y al final, en julio de 1936, obtuvo el Diplome de Professeur de Français a l'Etranger.

Hizo amigas y amigos entre los estudiantes, y en casa de una de ellas conoció al que sería su esposo en 1942, Pedro Stefurancyn Kuszmelyn.

Pedro era ucraniano y un gran bailarín; así empezaron a conocerse, bailando.

Pedro había formado un grupo folclórico de bailes ucranianos, y Leonor, aficionadísima al baile, aprendió y se convirtió en la estrella del grupo. Todo ello como afición, pues las funciones siempre eran gratuitas.

En 1940 París fue ocupado por el ejército alemán. El trabajo escaseó, y a quienes no tenían trabajo ni vivían del marché noir, el estraperlo, sólo les quedaba una solución: contratarse como voluntarios para trabajar en Alemania.

Pedro lo había hecho, después de que Leonor rompió relaciones con él. Y Leonor, después de una gran decepción amorosa, también lo hizo.

Al volver a encontrarse, reanudaron las relaciones y acabaron por casarse el 12 de octubre de 1942, en Berlín.
Portada de uno de los libros de Leonor Tejada Conde-Pelayo. 

Leonor no había encontrado trabajo en Berlín, pero había obtenido una beca del Ibero-Amerikanisches Institut, cuya directora era la esposa del general Faupel, y que recibió muy bien a Leonor  quien se guardó de aludir a cualquier matiz político y mantuvo una prudencia poco usual en ella.

El 13 de marzo de 1943 Leonor regresaba a París con su diploma de profesora de alemán en el bolsillo; había causado sensación entre sus maestros de la Universidad de Berlín por la rapidez y el empeño que había puesto en aprender alemán y hacerse profesora en año y medio.

Y entonces regresó a París, donde la esperaban su madre y su marido, y la esperanza del segundo frente. Leonor confiesa que nunca estuvo tan asustada como sus últimos meses en Berlín: en enero de 1942 los alemanes habían sido ignominiosamente derrotados en Stalingrado, los bombardeos ingleses se habían hecho frecuentes sobre la capital alemana, y Leonor temía que se abriera el segundo frente antes de poder volver "a casa" dejando atrás los exámenes.

Optimismo puro, pues hubo de esperar dos años más, hasta agosto de 1944, para volver a ver la bandera francesa en París.

En abril de 1944 tuvo una hija, Marie Iréne, y en mayo de 1946 un hijo, José Román.

Leonor, Pedro y unos amigos de éste, formaron una sociedad para abrir una librería en París en 1943, y dos años después, una editorial.

Pero la vida del matrimonio era tan desesperante que Leonor pidió el divorcio y lo obtuvo, aun cuando Pedro seguía tratando de convencerla otra vez. Incapaz de soportar tanta tensión, aprovechó las facilidades ofrecidas a los refugiados y marchó a Guatemala con sus hijos y Leticia.

En Guatemala no tenía disgustos familiares pero la vida se le hizo muy difícil.

Pasó dos años sin empleo alguno, y tuvo que abrir una casa de huéspedes con ayuda de su madre; ambas hacían el trabajo: aseo, cocina, lavado... Pero un matrimonio que vivió en la casa, Rafael y Magda Hernández, encontraron un empleo para Leonor: cajera en una agencia de cajas registradoras National. Ahí empezó la familia a levantar cabeza, en junio de 1950.

En 1952, al ir a la Embajada de Francia en busca de un libro, la conoció la agregada cultural, Marcelle Miquel, que insistió ante el embajador para que fuera contratada como profesora de francés.

Leonor había abandonado su afición al baile, pero el teatro siempre le había gustado. Y la Casa de España en Guatemala formó un grupo teatral en el que Leonor fue Mariana Pineda y participó en "Bodas de Sangre", de García Lorca.

Con otro grupo tomó parte en "La Molinera de Arcos", en 1954; en esa oportunidad conoció al que sería su segundo esposo, Octavio Paiz, actor y locutor guatemalteco.

A fines de 1960 fue nombrado Octavio agregado de prensa en la embajada de Guatemala en México, y así fue como la familia pudo trasladarse a la capital mexicana. Donde, por cierto, el guatemalteco sintió demasiada nostalgia; Leonor no estaba dispuesta a volver, y se produjo un nuevo divorcio.

En México, Leonor ha hecho cerca de 200 traducciones para diferentes casas editoriales, siendo la primera UTEHA, donde Rafael de Buen le puso el pie en el estribo, recomendándola.

También ha sido durante 15 años profesora de francés en el Instituto Francés de América Latina y en la Alliance Française; profesora de Lectura y Redacción, con el grupo de maestros fundadores del Colegio de Bachilleres; traductora en la Rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana; participante durante seis años en el programa de televisión "Sopa de Letras" con otros diez profesores especialistas en Lingüística; columnista durante dos años en la página cultural del diario Ovaciones; y durante 15 meses ha tenido un programa diario de minuto y medio en la Radio XELA de México, con cápsulas culturales.


Leonor había vuelto a Portugalete en 1979 con su hija, para enseñarle algo de España y de Vizcaya. Ha repetido el viaje en 1985, para depositar las cenizas de Leticia en el mausoleo al médico Conde-Pelayo, y en 1986. Actualmente vive con su hija, y sigue escribiendo y  traduciendo.

Bibliografía: "Hablar bien no cuesta nada y escribir bien, tampoco" (3 ediciones y más de 12 reimpresiones desde 1974); "¡Qué fácil es la Gramática!" (2 ediciones, 4 reimpresiones desde 1977); "Hablemos correctamente" (1990, 2 ediciones); "La guerra del Pérsico" (con Galdino Morán; febrero de 1991); y una novela, "Por la senda del rayo" (1978).

Evelio Conde-Pelayo Cruz y Diana Conde-Pelayo Cruz

Nacidos en Portugalete, han fijado su domicilio en Francia, donde Diana se hizo maestra y se casó. De ellos dos y de sus hermanitas Ceres y Juno, nacidas respectivamente en Barcelona y en Chelles-sur-Marne (Francia), no se tienen noticias en México, y no hemos podido seguirles la pista.

VI - LA REVISTA EL ABRA.

Portugalete se merecía un periódico _no he dicho diario, sino periódico_, y Volney, Angel y Leticia Conde-Pelayo y algunos amigos, decidieron que sería una revista, y le pusieron por nombre El Abra.

El Abra era una revista semanal que costaba 20 céntimos, con ilustraciones, y salía los sábados. Duró 14 semanas, siendo el n° 14 el que lleva la fecha del 10 de noviembre de 1928.

¿Por qué duró tan poco? En el último número viene la explicación bajo el rubro de Vida local y el título "Vis a vis". En forma de diálogo, viene a decir más o menos que "los caballeretes que fabricaban el periodiquillo son poca gente para luchar contra las personas de orden", y como el interlocutor afirmara "que se mantenían alejados periodísticamente de toda idea social y política", viene una parte tachada por la censura militar en 1928. Sigue la discusión, en que el defensor afirma que la revista no ha fracasado, sólo ha dejado de publicarse, y que es una suspensión temporal. Desgraciadamente no fue tal el caso, pues no volvió a aparecer.

Obra en nuestro poder una copia de este último número, de puño y letra de Volney Conde-Pelayo.

Los colaboradores escribían bajo seudónimo, los artículos eran de carácter cultural y también daban noticias locales, inclusive deportivas, y no cabe duda de Cabecera de la revista semanal El Abra, publicada en la Villa en 1928. que algunos viejos del pueblo recordarían los partidos si tuvieran ante sus ojos los comentarios de la revista.

¿Por qué dejaría de publicarse? Como todos los periódicos _se está viendo diariamente en Inglaterra y en Estados Unidos_, por falta de dinero.

Y es que los fundadores no tenían la menor idea del aspecto comercial de la prensa. Hay que contar con anuncios, y no hay que hacer un semanario flaco si se puede hacer una revista mensual con mayor número de páginas, y sobre todo con muchos anuncios.

Eso no se lo podíamos haber aconsejado entonces, porque así somos: muy listos tras la experiencia, y estos sesenta y tres años, ¡vaya si nos han proporcionado experiencia para regalar!

Mausoleo del Médico Juan José Conde-Pelayo.

Sólo nos queda lamentar que Portugalete no haya conservado el interés por una revista. ¡Ojalá pudiera salir de nuevo El Abra en Portugalete! Sin el menor lugar a dudas, contaría con su corresponsal en México.

VII - PORTUGALUJOS NOTABLES

Marcelino Amenazar

"[...]. Cuando al frente de la banda de música que dirigió desde el año 1906 hasta su muerte en agosto de 1923, alcanzó los primeros lauros en los concursos de Castro Urdiales (1906) y Pamplona (1919), estaba el maestro Amenábar muy lejos de sospechar que todas aquellas muestras de desbordante entusiasmo, todos los vítores y aplausos que le fueron otorgados, pararían en el más absoluto olvido. Y así ha sido, sin embargo. Promovimos la iniciativa de costearle una tumba a perpetuidad por suscripción pública, y nadie respondió ni nadie la tomó por su cuenta, recogiendo el ofrecimiento que hacíamos. Hoy, postrero día, por ahora, de nuestra vida periodística, volvemos a lanzar la misma idea...

Marcelino Amenábar fue, ante todo, un temperamento. Sin esta cualidad destacada de su carácter, no habría conocido seguramente el éxito que casi siempre acompañó a su labor musical. Careciendo de verdadera preparación para el arte que cultivó, y solamente por su esfuerzo y tenacidad, alcanzó relieve y posición estimables entre los compositores del género ligero, y aún hizo excursiones a más elevadas cimas artísticas componiendo obras que, como La Princesita de Ensueño, La Gloria del Vencido y alguna otra, atrajeron hacia el joven compositor la atención de la crítica y juicios muy halagüeños de los más severos zoilos en materia musical.
 
Marcelino Amenabar
Nació Amenábar en Cuzcurrita (Logroño), el año 1880 y muy joven, un niño aún, dio pruebas de su irresistible afición por la música. Llegó a la dirección de nuestra Banda desde un simple puesto de ejecutante en la de Bilbao, y una labor consecuente de autodidactismo, empeñado y provechoso, le allanó el camino del éxito, que gustó repetidas veces.

Además de las obras mencionadas, es autor de En pos de la Gloria, La Ultima Tirana, un gran número de coplas y tonadillas, que hicieron populares las más salientes figuras femeninas de variedades, y multitud de bailables. Como instrumentador, fue verdaderamente notable".

(De la revista El Abra, año I, n° 14, 10 de noviembre de 1928) Amenábar fue el autor de "Los remeros", que se tocaba siempre en Portugalete después de cada regata de traineras.

Curiosamente, buscando en las tiendas de Portugalete, quien esto escribe no pudo hallar un solo casete con música de Amenábar ni de José Tejada. Es más, la expresión de los dependientes demostraba un desconocimiento absoluto de los nombres de aquellos  compositores portugalujos. Sin embargo, es indudable que composiciones de uno y otro formaban parte del acervo musical de la Banda.

iQué lástima!


Martín Domínguez

"He aquí la efigie de un joven a quien la muerte sorprendió cuando aleteaban en torno a su persona la Fama y la Gloria. Estas deidades, aprisionadas ya por su talento y por su decidida carrera hacia el éxito, fueron vencidas por las implacables Parcas cuando adornaban la vida del pintor con los primeros laureles.

Nació Martín _Mardomín, anagrama con que firmaba sus obras_ el día 11 de diciembre de 1895 y murió el 22 de octubre de 1918. Su vocación artística apuntó en la adolescencia y, a despecho de oposiciones y de obstáculos, como los santos y los héroes, se impuso al fin su voluntad de ser artista, pintor, más concretamente.

Inició los primeros estudios de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de esta villa, que amplió más tarde en la de Bilbao y, últimamente, en la Academia de San Fernando, de Madrid,  mereciendo, en todas, las principales recompensas y frases de aliento y de esperanza de sus profesores.

Enemigo de la enseñanza oficial cuando, certeramente, a nuestro juicio, comprendió que ningún beneficio para su arte proporcionaba, dedicó toda su energía, toda su actividad a estudiar en museos y colecciones a los grandes pintores antiguos y modernos; de éstos principalmente a Zuloaga, Arteta y Sorolla; de aquéllos, a la excelsa trinidad compuesta por Velázquez, El Greco y Goya. ¡Eligió bien el incipiente y ya seguro artista!

Con este sabio eclecticismo pictórico, unido a una aptitud innata de originalidad, muy pronto se acusó su individualismo artístico. "¡Nada de normas fijas; nada de escuelas ni de senderos trillados!", le oímos decir una vez. Y tenía razón, porque en los moldes, por buenos que sean, en los modos y maneras, por mucho que valgan, es donde se estanca y se empequeñece el Arte. Que cada cual siga su ruta, alumbrándose con la llama de su propia personalidad. Estudiar a los maestros, bien; pero saber dejarlos a tiempo, mejor. Tal fue el credo artístico del joven Martín Domínguez.

Aferrado a él luchó denodadamente para conquistar el triunfo. Y cuando, aunque alejado aún, lo veía venir sonriente y espléndido, la muerte, tantas veces ingrata, lo fue una vez más arrebatándoselo traidoramente a los 21 años.

Dejó gran acopio de cuadros, muchos de un mérito positivo y prometedor. Entre los principales, citaremos: "Tipos populares", "Iglesia de Portugalete (interior)", "Las mozas de Cántaro", "Retrato de Conde-Pelayo", "Pelotari", "Mi Hermana", "Cabeza de Estudio", "Autorretrato", "Remeros", "Los chopos" y varios paisajes vascos.

Algunos de estos cuadros, con otros más, adornan el salón de actos del Ateneo de esta Villa, donde pueden admirarse".
(De El Abra, año I, n° 14, 10 de noviembre de 1928)


Vicente San José

En una fiesta escolar
(Los niños dan el ciento por uno)
(Madrigal)
¿Queréis estar henchidos de alegría
pura, sin mezcla de dolor profano?
¿Deseáis que la vida os sonría?
Pues bien: tended la mano
al niño, vuestro hermano,
que está esperando ayuda en este día.
¿Queréis oír la mágica armonía
del humano concierto sobrehumano?
¿Deseáis rendir culto a la poesía?
Pues bien: tended la mano
al niño, vuestro hermano,
que está esperando ayuda en este día.
¿Queréis dar homenaje y pleitesía
al acto más hermoso y soberano?
¿Deseáis gustar mieles y ambrosía?
Siempre tended la mano
al niño, vuestro hermano,
que está esperando ayuda en este día.

Vicente San José.

(Esta poesía fue recitada por Leonorcita Tejada Conde-Pelayo en el teatro de Portugalete en 1922, para obtener fondos que enviar al Comité Nansen, de Suiza, en ayuda a los niños víctimas de la hambruna en Rusia) Nació Vicente San José en la calle del Muelle Nuevo, cabe la Colegiata de Santa María, el 8 de septiembre de 1886, y falleció el 24 de enero de 1968, en México.

Fueron sus padres Benito San José Llantada y Felipa de la Pedrueza y Ubarri. Amigo también de Braulio Zabarte, sentía gran afición por la música y formó parte del coro de la iglesia de Santa María.

Poeta desde joven, sus primeros versos aparecieron en El Noticiero Bilbaino. Como lo habían hecho su padre y sus hermanos mayores, estudió náutica en Santurce, y obtuvo su título antes de los 18 años de edad, por lo que no podía ejercer aún. Aprovechó el tiempo estudiando en Bilbao contabilidad, y además armonía y composición musical. Aprendió a hablar vascuence, y en Portugalete formó parte de los "jóvenes turcos"; y fue concejal de nuestro Ayuntamiento.

Finalmente pudo embarcarse "profesionalmente", puesto que había navegado ya en compañía de sus hermanos; viajó por el Mediterráneo, el mar del Norte y el Báltico.

Dejó de navegar durante la enfermedad de su madre, pero al fallecer ella en 1917, volvió a navegar, recorriendo el Mediterráneo oriental, el mar Negro y las costas del norte de África. En 1920 obtuvo plaza en la Compañía Transatlántica Española, y así pudo recorrer los mares del mundo hasta que solicitó cambio de línea y conoció América del Sur.
 
Vicente San José.
Al ser botado el Alfonso XIII, Vicente formó parte de la oficialidad, y entonces viajó a Nueva York, la Habana, Tampico y Veracruz. En uno de tantos viajes conoció a una pasajera, veinte años más joven que él, María Luisa González Gómez, nacida en México, con quien se casó en 1927. Desde entonces, Vicente dejó de navegar; solicitó a la Transatlántica un nombramiento en tierra que tardó demasiado en llegar, cuando ya el marino había decidido quedarse en tierra y trabajar con su suegro.

En 1944 Vicente adquirió una fábrica de azulejos. Ya tenía seis hijos. Visitó de nuevo Portugalete en 1954 y en 1961. El enfisema pulmonar, que no perdona a los fumadores, acabó por llevárselo.

De él nos quedan composiciones musicales, entre ellas "Aupa neskatxa" y "La bajada de San Roque" así como muchos versos tan inspirados como el que aparece encabezando estos apuntes biográficos.

Braulio Zabarte

Habrá nacido Braulio en el decenio de 1880, aun cuando no tenemos suficientes datos para establecer una biografía de él. El tiempo y la distancia son crueles.
Como nació ciego, siempre dependió de su familia para todos los pequeños detalles de que se compone la existencia cotidiana.
Afortunadamente, aprendió música; aprendió también el alfabeto Braille y pudo ampliar su cultura general gracias a la lectura.                                                     
 
Era profundamente beethoveniano, su instrumento era el piano, y en él resultó tan excelente, que cuando José Iturbi (nacido en 1895) dio un concierto en Bilbao, José Tejada confesó que Braulio era muy superior al célebre concertista de fama internacional. Sí, otro ejemplar de portugalujo fuera de serie, cuyo talento quedó encerrado en nuestro pueblecito, entre el órgano de la iglesia y el piano de algún amigo.

Si Braulio hubiera sido "descubierto" por algún agente, o si su familia se hubiera percatado del pianista genial que tenía en su seno... Un concertista de su categoría habría hecho fortuna, una fortuna mucho más importante que la fortuna de la familia Zabarte, una familia adinerada de Portugalete, pero de horizontes estrechos.

¡Las manos de Braulio! Aquellas manos que volaban sobre las teclas o que parecían, por momentos, provocar truenos y tormentas, como si el piano se fuera a derrumbar bajo la fuerza de la armonía... dedos
ahusados, finos.

Cuando había terminado de tocar una pieza _por ejemplo, una de las Nueve sinfonías que dominaba a la perfección: no olvidemos que era ciego y que todo lo tenía que saber de memoria_, se quedaba unos minutos quieto, como pasmado, como si le resultara difícil abandonar el mundo de la armonía y volver a poner los pies en la tierra.

No había en tiempos de Braulio una posibilidad de grabar sus maravillosas interpretaciones: sus discos habrían puesto la fortuna y la gloria a su alcance.

Que estas insuficientes líneas sirvan de homenaje a nuestro glorioso intérprete beethoveniano, genio sumido en la oscuridad de un pequeño pueblo de las Encartaciones.

Sería ocioso pretender hablar de otros dos personajes importantes que han puesto en el mapa el nombre de Portugalete, me refiero a don Víctor Chávarri y a don Juan Antonio de Zunzunegui y Loredo _de la Real Academia Española_, pues de ellos habrá documentación suficiente en el Archivo de la Villa para que no pasen al olvido.

Sin embargo, a quien consideramos realmente como la "madre" de la Villa, es a doña María Díaz de Haro, merecedora de un estudio en profundidad y de una monografía especial, para lo que sería necesario dedicar algún tiempo a la busca de documentos.
                      
VIII - POLITICA Y RELIGION

Siendo Portugalete un pueblo de menos de 5.000 habitantes, profundamente católicos todos, ¿qué impresión causaría la llegada de un médico determinista _pues así se anunciaba Juan José Conde-Pelayo_ librepensador y republicano? Fue como una piedra en un lago.

Don José se casó por lo civil, y fue el suyo el primer matrimonio civil de la provincia de Vizcaya.

Como llevaba una vida ejemplar, pues era de carácter sobrio, no fumaba ni bebía alcohol, y se entregaba a la medicina con toda su alma, sin cobrar a los pobres y, cuando por casualidad alguna persona pudiente reclamaba sus servicios, cobrando tan poco, desmentía con su ejemplo la idea tan difundida de que los ateos eran unos demonios.

Y a todo esto: ¿qué es el determinismo?

Difícil lograr una definición correcta, exacta e imparcial. La "Nueva enciclopedia Sopena" (1961) nos da la suya, tomada del "Diccionario de la Real Academia":

"Fil. Sistema filosófico según el cual los actos humanos están determinados por la voluntad divina. Fil. Sistema según el cual los actos humanos obedecen a la influencia de motivos irresistibles".

Pero consultando la "Enciclopedia Salvat Diccionario" (1971), encontramos una definición más amplia, aun cuando no mucho más clara: "Fil. Doctrina según la cual todo hecho obedece a una ley (tiene una causa); o lo que es lo mismo: los fenómenos están relacionados necesariamente según leyes rigurosas. El determinismo implica, por lo tanto, mecanicismo".

Volney Conde-Pelayo.
Y prosigue con más datos y descripciones.

Tal vez convenga agregar aquí que Conde-Pelayo era krausista, y de esa manera lograremos un entendimiento mejor de su personalidad. En "Salvat" obtenemos este dato: "Fil. La filosofía de Krause tuvo una difusión menos amplia que la de los grandes idealistas alemanes. Krause ocupa un lugar muy secundario en la historia de la filosofía... Sin embargo, si aquí se estudia el krausismo con cierta amplitud, es debido a la gran significación que tuvo en España. Fue introducido por Julián Sanz del Río _autor del "Análisis del pensamiento racional" y de "Los mandamientos de la humanidad"_... Aunque con un trasfondo metafísico, el krausismo español fue... más un "estilo de vida" que una filosofía... fue esencialmente una tentativa de reforma de una sociedad, la española, enferma por muchos conceptos. El krausismo fue el intento de integrar España en la cultura racionalista europea... que la filosofía krausista se adecuaba perfectamente al genio y a la cultura españolas, que ella aportaba soluciones a los problemas y lacras nacionales. Los krausistas españoles eran fundamentalmente:

1) en política, liberales, librepensadores y reformistas;
2) en religión, anticlericales partidarios de la supeditación de la fe a la razón,
del "catolicismo liberal"...
3) en literatura, se declararon anticlasicistas y antirrománticos...
4) en educación, aspiraban a una reforma total de la enseñanza..."

Evidentemente, para nadar contra la corriente había que ser un personaje que no dependiera de un salario, de honorarios ni de estipendios: y así pudo sobrevivir Conde-Pelayo, aun cuando se arruinó en el intento.

Republicano y anticlerical, en el Portugalete de "la vuelta del siglo", como se dice ahora, su paso dejó huella. Falleció nueve años antes de que se proclamara la República del 31, pero la influencia de Conde-Pelayo contribuyó a un aumento de matrimonios y entierros civiles así como una disminución en la proporción de los bautizos.
Mausoleo de Juan José Conde-Pelayo en su primera ubicación en el cementerio civil de la villa.

¿Enemigos? Los tuvo a montones.

Le habían pedido que diera una conferencia en la zona minera más allá de San Salvador del Valle, y se presentó con su esposa y sus hijos Volney y Angel que no contaban aún diez y nueve años de edad, respectivamente. A la salida, había un coche esperándolo. Conde-Pelayo lo rechazó, pues bien sabía que aquellos mineros eran muy pobres y que el pago de un coche sería un sacrificio. De modo que padres e hijos emprendieron la marcha por la carretera.

Llevarían más o menos un kilómetro cuando empezaron a oírse silbidos por la parte de arriba, silbidos por la parte de abajo, y se reconocía que había mucha gente. Doña María no se asustaba con facilidad: "Conde, amartilla la pistola, por si acaso". "¿Qué pistola ni qué ocho cuartos?". Angel y Volney recogieron piedras de los lados del camino y las entrechocaban de vez en cuando. Pues bien, la amenazadora presencia los acompañó hasta la entrada de nuestro pueblo. No cabe duda de que la presencia de su familia salvó al médico de algún atentado.

No viene al caso relatar diferentes momentos de peligro en la vida del atrevido reformador que no sólo hablaba sino que predicaba con el ejemplo.

El hecho de vivir en un pueblo no impedía que Conde-Pelayo tuviera una nutrida correspondencia con personalidades de ideas afines a las suyas, entre ellas los Salmerón, Fernando Lozano, los De Buen, José Nakens y muchos más. Y además, recibía la prensa médica en español y en francés, con lo que se mantenía al día en cuanto al progreso de la ciencia.

Librepensador y republicano ¡qué osadía!


Volney Conde-Pelayo detenido tras unos incidentes relacionados con sus actividades en la defensa de los derechos de los trabajadores del primer cuarto del pasado siglo. 

IX - LOS CONDE-PELAYO EN LA GUERRA DE ESPAÑA (1936-1939)

Al estallar la insurrección armada el 18 de julio de 1936, Volney y su hermano Ángel _éste con su esposa y dos hijos_ vivían en Portugalete.

Volney seguía siendo el bibliotecario de la Miguel de Unamuno, en la calle Colón de Larreátegui. Cuando la biblioteca fue bombardeada, naturalmente se quedó sin trabajo.

Ángel ocupó varios puestos _era afiliado a Izquierda Republicana_ trabajando para la defensa.

Al caer Bilbao en el verano de 1937, todos emprendieron la marcha hacia Santander y Asturias.

Angel confesó que cuando barrenaron el puente Vizcaya y él y su familia se alejaban el pueblo, oyeron los estallidos y vieron cómo se cimbreaba el puente... él sintió que se le partía el corazón.

Desde Santander, Angel pudo enviar a su familia en un barco que zarpaba hacia Francia, cargado de refugiados. Poco tiempo después, él mismo se embarcaría en la nave del exilio con la responsabilidad de cientos de niños refugiados. No tenía la menor idea de dónde pudiera encontrarse su familia.

Volney siguió hasta Oviedo, donde quedó herido durante un bombardeo y donde finalmente las fuerzas insurrectas lo hicieron prisionero, para internarlo en el campo de concentración de Miranda del Ebro. Habría de pasar varios años allí, y tardó mucho en poder comunicarse con su hermana Leticia.

Delfina Conde-Pelayo también formó parte del éxodo. Llegó hasta el norte de Francia, a Berck-sur-Plage, donde pasó algún tiempo.

Leticia y su hija estaban en París, donde al principiar la guerra Leonor acababa de aprobar sus exámenes de la Sorbona, como profesora de francés para el extranjero. Ambas estaban a punto de reemprender el regreso a España, pero el conflicto armado las desalentó de hacerlo en ese momento. Pensaban ellas: esto terminará en cualquier momento y podremos volver; de manera que no pusieron casa, viviendo muy modestamente y considerando su alojamiento como algo provisional. Tal era su idea mientras participaban en comités, festivales y lo que fuera para juntar dinero y enviarlo a España. Los simpatizantes franceses de la república española se portaron increíblemente bien, muchísimo mejor que algunos españoles que sólo vieron, en ese concierto de buenas voluntades, una oportunidad que aprovechar en beneficio propio.

La segunda guerra mundial interrumpió por un momento los proyectos de regreso; en realidad, llegó en 1939, cuando en 1938 todavía habría podido influir en el desenlace de la guerra española. Pero el fatídico pacto de Munich no sólo puso fin a las esperanzas republicanas sino que arrasó con la posibilidad de que Francia e Inglaterra libraran una sola batalla decisiva y obtuvieran la victoria contra Hitler y sus ejércitos nacional-socialistas, que necesitaban un año más para acabar de prepararse.

Así fue como terminó la vida de los Conde-Pelayo en Portugalete, pues aun cuando Volney salió del campo de concentración, pasó unos meses en Madrid y regresó, finalmente, a Bilbao. Tuvo derecho a cobrar su pensión de jubilado del Ayuntamiento y fue en Bilbao donde falleció, sin haber vuelto a Portugalete _visita que sin duda le habría resultado muy dolorosa_. Tenía 83 años al morir.

En cuanto a Delfina, poco después de fallecer Volney se fue a Portugalete, donde a su vez falleció.

En 1985, Leonor Tejada Conde-Pelayo depositó las cenizas de Leticia en el mausoleo que el pueblo agradecido había levantado en 1929 a la memoria del "médico de los pobres".

Y así llegó a su fin la vida de los Conde-Pelayo en Portugalete.

X – DOCUMENTOS

Los documentos de que disponemos, respecto a la vida de los Conde-Pelayo en Portugalete, son todos del puño y letra de Volney Conde-Pelayo, quien durante más de veinte años estuvo enviando a su familia escritos originales y copias de otros escritos.

A continuación se enumeran tales documentos, que podrían ser entregados al Archivo de la Villa, si se considera pertinente hacerlo.
 
_ Una copia a mano del último ejemplar de El Abra, n° 14, 10 de noviembre de 1928.

_ Una biografía de José Tejada.

_ "Archivo coral de una Sociedad musical".

FIN

Leonor Tejada Conde-Pelayo.

México, 1994.







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